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29 de Noviembre 2010 04:16 AM smiller
Se ha dicho que uno no puede tener su pastel y comérselo también. Bueno mis amigos, si ustedes por favor escuchan semejante historia, les diré lo contrario, cómo un estudiante de Maestría fue capaz de hacer eso por la gracia de Dios y el corazón magnánimo abundante de Lanello.
Esta historia se remonta a casi veinte años, a un momento en que su servidor estaba sirviendo en el personal del Faro de la Cima. Sucedió en un verano en el que hubo muchos matriculados para ese curso de verano de la Universidad, asistierón más de 200 estudiantes. El tamaño de la clase presento una difícil situación para acomodar a tantos y así fue que me encontré reclutado para la cocina ese verano.
Me levantaba a las cinco de la mañana y trabajaba hasta las nueve o las diez de la noche, el verano pasó muy rápidamente y la clase estaba llegando a su fin. Una noche, trabajaba en mis deberes finales, que eran barrer y trapear los pisos de la cocina y áreas de preparación de alimentos. Como era costumbre al final de la tarde, no había un alma en el momento que agarre la escoba y comencé a barrer.
Ahora bien, ese día en particular, era mi cumpleaños, debo confesar que como había barrido y fregado los pisos, no me sentía especialmente feliz. De hecho, recuerdo que pensé para mis adentros que era genial. Aquí estaba yo en mi cumpleaños, fregando el suelo sin ni siquiera un pedazo de pastel de cumpleaños para comer! Y así fue que, pensando de esta manera, levante la vista de mi trapero y mire directamente al gran retrato de Mark Prophet, con su esmoquin negro y corbatín blanco, que colgaba de la pared en el área de preparación de alimentos. Comencé a pensar para mis adentros, que esperaba que Lanello no hubiera escuchado eso! Como a esa hora ya había casi terminado mis tareas, me fui a guardar la escoba y el trapero y oí que la puerta lateral de la cocina se abría. Como era un tanto inusual para cualquier persona estar en la cocina tan tarde, fui a la puerta y mire para ver quién podría estar allí. Para mi gran sorpresa, una chela maravillosa de Australia y su nieto de seis años de edad que vivía con ella cerca de la Corte del Rey Arturo estaban caminando directamente hacia mí con dos platos de golosinas recién horneadas!
Como nos conocíamos, ella me informó que ella y su nieto estaban sentados en su casa y de repente sintió ganas de cocinar algunas cosas y llevarlas a la cocina! Mi corazón se lleno de alegría, me acordé del retrato hermoso de Lanello con sus ojos sonrientes. Fue entonces cuando pronunció las palabras que siempre recordaré. Ella dijo: "Por supuesto, son libres de azúcar!"
Y así es que les ofresco esta historia hoy, como un ejemplo de cómo los maestros no ven y cuidan de nosotros y nos proporcionan la abundancia que necesitamos, modificada de acuerdo a la santa voluntad de Dios, por supuesto! Y así termina la historia del estudiante que tuvo su torta y tuvo suficiente para comer.
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