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08 de Junio 2010 09:21 PM por Lydia The Purple One
Me levanté de una pequeña cama en una pensión en Madrid. Tambaleándome frente al espejo, me miraba a mí misma. Mis ojos estaban desorbitados y mi pelo estaba parado, como si estuviera electrificado. Me asuste al ver mi rostro, y pensé que tal vez había tomado demasiadas pastillas para dormir. Estaba mareada y con náuseas. No podía pensar coherentemente... y estaba tan cansada.
Me acordé de mi hermosa casa, un marido responsable que me amó y momentos felices junto a nuestros cuatro hijos...hasta esa tarde...esa tarde que cambió mi vida para siempre....
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¡Oh, cómo me gustaban esas tardes soleadas que pase con mis hijos en la plaza del pueblo donde podía charlar con otras madres mientras nuestros hijos jugaban juntos. Con el tiempo, ya había desarrollado una amistad con una de las madres. A medida que nuestra amistad creció, ella me confió su vida, la cual era cada vez más insoportable y deseaba dejar a su marido, pero no tenía a dónde ir. Mi corazón estaba con ella. Una tarde, después de enterarme de su triste situación, una vez más, le ofrecí un lugar en mi casa donde podía quedarse con nosotros - una decisión que viviría para lamentarlo.
Para esta mujer la que había sido mi amiga y a la que yo le había abierto mi casa, se enredo con mi marido. No sólo arruino mi matrimonio, sino que a raíz del miedo que mi marido tenia de perder la custodia de nuestros hijos y antes de sospechar lo que el tenia en mente, se los llevó para España. En mi desesperación, lo seguí. No quería separarme de mis hijos.
Después de una búsqueda infructuosa, yo estaba al final sin saber que hacer. Y una noche sola en esa habitación del hotel-pensión en Madrid pensaba 'esto es demasiado. No veo una solución a mis problemas. He perdido a todos mis seres queridos - mi marido y mis hijos. No tengo la fuerza para luchar más. Debo ponerle un fin a mi vida.
En medio de la noche, fui a la estación de metro más cercana. El andén de la estación estaba vacío. Este fue el momento perfecto para llevar a cabo mi plan. Con la intención de tirarme a las vías cuando el tren pasara por el lado, me paré cerca del borde de la plataforma casi sin respirar mientras contemplaba lo que estaba a punto de hacer. Oí un tren que venia. Comencé a mover mi pie hacia adelante a punto de saltar... Cuando alguien me tomó por los hombros y me llevó de vuelta! Volví la cabeza hacia atrás, furiosa para ver a mi "salvador". Pero no había nadie!
Después de que mi ira y mi confusión inicial pasó, me di cuenta que algo había cambiado dentro de mí cuando sentí esas manos descansando sobre mis hombros. Una paz que no había experimentado antes me envolvió. Poco a poco y con calma regresé a la casa de huéspedes para intentar llevar mi vida de nuevo. Años más tarde, me enteré de Arcángel Miguel, y yo sabía que me había salvado la vida ese día en la estación de metro. Hoy con este inolvidable evento hace ya cuarenta años, estoy eternamente agradecida a Dios y al Arcángel Miguel por el don de la vida, la cual ha sido tan plena y satisfactoria para mí ya que continúo creciendo espiritualmente y caminando bajo su protección diariamente.
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