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Marzo 10 2010 07:54 PM SerapisB
Saltando altos edificios...
A finales de 1978 como un hombre joven que acababa de mudarse a la bulliciosa ciudad de Nueva York. ¡Qué aventura vivir en la ciudad de los rascacielos, el tráfico muy salpicado de taxis amarillos,millones de personas que van de aquí para allá, en todas partes. Nueva York también ofrecía una variedad de nuevas ideas, nuevas contemplaciones para un joven en busca de algo más.
Yo acababa de llegar a algunas de las enseñanzas espirituales fascinantes a través de una conferencia. Un folleto de esta presentación incluyó una oración al Arcángel Miguel. Mencionó que Michael empuñaba una espada de un azul-llameante. La intención de esta espada es la de liberarnos de las energías negativas y protegernos de los daños de todo tipo. De todas las oraciones y los maestros que se habían presentado en esa conferencia, la oración al Arcángel Miguel fue por la que me incline mas en empezar a memorizarla.
Mientras estaba en la cama esa noche, recitaba esta oración de protección, al menos la primera estrofa de la misma, un par de veces. Mi mente se desviaba hacia otro tópico que había estado leyendo en una serie de libros apasionantes sobre los viajes astrales, un proceso de aquietar el cuerpo y el alma que permite separarlos de manera consciente y experimentar la vida fuera del cuerpo. Hasta ese momento, yo no había logrado conscientemente dejar el cuerpo a pesar de que había hecho mi mejor esfuerzo. Tenia cierta frustración, me di por vencido y decidí, sólo quiero descansar y dormir. Bueno, cuidado con lo que deseas.
Esa noche durante el crepúsculo, entre la vigilia y el sueño, algo ocurrió. Me despertó un zumbido. Cuando llegué a ser plenamente consciente, vi que me estaba levantando poco a poco y el débil zumbido continuaba. Había algo brumoso a mi alrededor y yo estaba definitivamente...!fuera de mi cuerpo! Pero, ¿cómo puede ser esto? Yo ya había renunciado a tratar de lograr este objetivo. ¡Ajá! ¡Es exactamente eso! Porque yo había "soltado" el esfuerzo, me había relajado en querer lograr la experiencia que yo tanto quería lograr. ¡Y eso era todo lo que necesitaba para hacerlo!
Viajar fuera de mi cuerpo, aunque muy deseado, fue una experiencia nueva para mí, y me dio un poco de miedo la realidad del desenvolvimiento de este evento. Pero decidí dejarlo continuar. Me separaba de mi cuerpo más y más. Ese sonido todavía estaba allí y la bruma. Después que había rondado unos metros por encima de mi cuerpo, me decidí ir a la ventana de mi apartamento, un espacio de una habitación. Me sentó en el borde de la ventana abierta, mire hacia atrás y vi mi cuerpo tendido en la cama. Interesante.
En un momento de alegría, decidí saltar de la ventana en el cielo nocturno. Cuando estaba a punto de saltar, miré hacia abajo a la calle, los coches y los pocos transeúntes tomando un paseo nocturno, sin saber que sobre sus cabezas estaba un alma con la libertad de experimentar el derecho de tener un vuelo astral. Oí el sonido de bocinas y sirenas lejanas. Me dio un poco de miedo caerme y morir varios pisos más abajo.
Me consolaba recordando que no estaba en mi cuerpo de peso, pero si en un cuerpo espiritual de algún tipo. ¡Respiré profundo y me fui! ¡Volé hacia el cielo en la noche y lejos de la casa! Como me encontré perdido en la oscuridad de los cielos, senti miedo nuevamente y decidí bajar un poco. Yo estaba navegando por Manhattan, flotando sobre los edificios altos y calles llenas de tráfico lento. Me sentí más tranquilo.
Entonces, mi atención se centró en un edificio y una ventana abierta en el último piso, vi una luz interior y decidí echar un vistazo. ¡Con este simple pensamiento, me encontré pasando por la ventana y en una oficina! Flote alrededor de la habitación por un tiempo y luego decidí que iba a tratar de pasar por una puerta cerrada. Cuando empecé a ir a través de ella, me acuerdo que experimente alguno temor al pensar que podría salir herido al hacerlo. Una vez más, me dije que yo era un espíritu de un cuerpo. Y con esa corrección en el pensamiento, flote a través de la puerta cerrada sin esfuerzo. Al no ver nada de interés al otro lado, decidí volver a la oficina y a través de la ventana a la casa.
Mientras estaba en el umbral, miré hacia abajo. Eso fue un error. Cuando vi la caída en picado de los rascacielos a la calle, me congele en seco. Una vez más, el temor se apoderó de mí abrumadoramente. Petrificado, me quedé pensando qué podía hacer para volver a casa.
Mi miedo era tan grande que lo sentía como un gran peso sobre mí. Ni siquiera podía pensar correctamente. Traté de calmarme. Esperé. Entonces sucedió. Un pensamiento me vino a la mente, ¡la oración del Arcángel Miguel! Ahora podría ser un buen momento para intentar su llamado. ¡Qué eufemismo! ¿Cómo te fue? En mi ansiedad no podía recordar las palabras. Trate de relajarme a mi mismo y volver a intentarlo. Por último, me escuché a mí mismo comenzar. Las palabras salían con dificultad como si yo no estuviera seguro que funcionaría. No lo hizo. No pasó nada. Yo seguía pegado ahí con toda mi negatividad en y alrededor de mí. Estaba a punto de un ataque de pánico.
Pero luego me dije a mí mismo una vez más, relájate, tómalo con calma y dije las palabras de nuevo, pero esta vez con fe. Reuní la energía y dije de nuevo la oración convencido que iba a funcionar. Esta vez, algo comenzó a suceder. Un gran zumbido llenó el aire y una fuerza a la vez fuerte y suave, se apoderó de mí. Me sentí atraído por la ventana a lo largo de lo que parecía un túnel o embudo y una luz recta en dirección a mi casa!
Corrí hacia ese punto, de una manera más cómoda ahora, sin ningún temor. Corriendo en lo que parecía la velocidad de la luz, podía oír ese continuo zumbido. Yo estaba viendo imágenes de exceso de velocidad intermitemente. Entonces vi, para mi gran alegría y alivio, mi casa y la ventana abierta de mi habitación se aproximaba. Créanme, yo estaba muy ansioso por volver a mi cuerpo. Atravesé la ventana y me estrelle de nuevo con mi cuerpo con una fuerza increíble. ¡Uy!
¡Me levanté de un salto! ¡Eso fue todo un reencuentro! Desde ese momento y durante todo el día experimente un dolor de cabeza tan fuerte como una migraña y me prometí a mi mismo que mis días de viajes fuera del cuerpo habían terminado. Yo estoy agradecido que el Arcángel Miguel hubiera oído mi llamado y me rescatara. Y estoy muy agradecido de saber de su gracia de protección. No importa qué o dónde, él está siempre allí
Wallace Tulloch
New York City, New York
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